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2022-06-23 07:47:59 By : Ms. Xhiney Hu

Una sonda espacial europea capaz de adivinar el peso, la edad y la temperatura de una estrella con solo mirarla ha completado el mayor mapa de la galaxia que habitamos, la Vía Láctea.

La Agencia Espacial Europea lanzó esta misión, llamada Gaia, en 2013 para que alcanzase el segundo punto de Lagrange, un lugar de observación privilegiado a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra. Desde allí ha estudiado 1.800 millones de estrellas para cartografiar gran parte de la galaxia que alberga al sistema solar y a otros 100.000 millones de estrellas, muchísimas de ellas también con planetas en su seno.

Esta nueva remesa de datos tomada por Gaia entre 2014 y 2017 completa nuestra visión de conjunto del descomunal disco galáctico, con un diámetro de 170.000 años luz, pero con un grosor de apenas 1.000 años luz. La inmensa mayoría de las estrellas de la galaxia se agolpan en esta superficie caracterizada por dos grandes brazos en espiral. El sistema solar está cerca de uno de ellos, el de Orión.

“Antes de esta misión era como si estuviésemos dentro de un bosque, solo veíamos árboles, ahora estamos en el cielo y podemos contemplar todo a vista de pájaro”, explica a este diario el astrónomo finlandés Timo Prusti, director científico del proyecto. Los responsables de esta misión han presentado este lunes los nuevos datos coincidiendo con la publicación de una colección de estudios científicos que los analizan en profundidad.

Las distancias en este mapa son apabullantes. Cada año luz son casi 10 billones de kilómetros. La Tierra y el resto del sistema solar viajan a 720.000 kilómetros por hora alrededor del centro de la Vía Láctea, donde hay un agujero negro supermasivo, Sagitario A*. Pero incluso a esta velocidad tardarán 230 millones de años en dar una vuelta completa. A su vez, la Vía Láctea es una pequeña isla de estrellas que viaja por la inmensidad de un universo donde hay otras 100.000 millones de galaxias separadas por distancias siderales.

El nuevo mapa confirma que el sistema solar está dentro de la llamada “burbuja local”, una zona bastante despoblada de estrellas y con una concentración baja de gases y polvo interestelar, lo que permite tener una visión del resto de la galaxia bastante clara, señala Prusti.

Las lentes de Gaia han observado estrellas naciendo dentro de una galaxia joven llamada —Gaia-Encélado— que hace 10.000 millones de años fue devorada por la Vía Láctea. “Hemos descubierto otras galaxias que también han sido absorbidas por la nuestra. Esto nos ayuda a entender que algunas galaxias, incluida la Vía Láctea, crecen y evolucionan al asimilar a otras”, detalla Prusti.

Esta es la tercera tanda de datos facilitada por Gaia desde su lanzamiento. Por primera vez, la misión aporta una información clave: la velocidad a la que se alejan o se acercan a nosotros 33 millones de astros. Carme Jordi, astrónoma vinculada a la misión, explica otra de las principales novedades. “Ahora no solo conocemos el brillo de las estrellas, sino que podemos descomponerlo en un prisma de diferentes colores, lo que nos muestra qué elementos químicos son más abundantes. A partir de ellos sabemos si las estrellas son muy frías o calientes, si acaban de nacer o tienen ya mucha edad”, explica la investigadora. Estos datos se tienen ahora de 200 millones de estrellas, lo que permite identificar las diferentes generaciones de astros que hay en la galaxia.

Gaia ha alcanzado un nivel de definición con sus instrumentos que ya puede captar pequeños cambios en la forma de algunas estrellas. Parece que su superficie se deforma como si hubiese un terremoto. “De repente sucede un cambio brusco en el interior de la estrella cuyos efectos se desplazan hacia afuera y modifican las capas externas, igual que un tsunami remueve la superficie del mar” en la Tierra, detalla Jordi.

Estos fenómenos pueden ser muy útiles para comprender el interior de los astros, un ámbito totalmente impenetrable para los telescopios convencionales donde se genera toda la energía de una estrella a través de fusión nuclear de átomos de hidrógeno para formar helio. Uno de los mayores proyectos científicos de la actualidad es conseguir producir esa fusión nuclear en reactores terrestres que podrían generar una energía virtualmente inagotable y limpia.

La misión Gaia seguirá recogiendo datos de estrellas y otros objetos dentro y fuera del sistema solar y también más allá de nuestra galaxia hasta 2025, cuando está previsto finalizar sus operaciones científicas.

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Nuño Domínguez es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo Científico por la Universidad de Boston (EE UU). Antes de EL PAÍS trabajó en medios como Público, El Mundo, La Voz de Galicia o la Agencia Efe.

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